 |
Soweto |
Del Kruger National Park a Graskop por la Ruta Panorama
Nos despertamos en nuestra cabaña del campamento de
Satara con un sentimiento agridulce al tener que dejar el
Kruger National Park ese día. Cuando habíamos estado planificando nuestro viaje ya sabíamos que tres días nos sabrían a poco en este parque, pero preferíamos no tener que renunciar a ninguna otra de las zonas que queríamos visitar. A pesar de este poco tiempo dedicado al parque, habíamos podido ver muchísimos animales, incluidos los
Big Five, y habían sido tres jornadas muy bien aprovechadas desde que salía hasta que se escondía el sol, así que por otro lado nos marchábamos contentos y satisfechos.
Sin mucha prisa por abandonar el parque, dedicamos todavía una parte de la mañana en llegar hasta la
Orpen Gate, la puerta desde donde saldríamos de Kruger en dirección a nuestra siguiente parada. Teníamos que llegar a dormir a
Graskop y nuestra intención era poder visitar antes algunas de las principales atracciones naturales de la conocida como
Ruta Panorama. Pusimos rumbo hacia
Three Rondavels View Point, uno de los lugares estrella de esta Ruta y al cual llegamos al cabo de un par de horas después de salir del parque, pasando por unas carreteras en algún momento muy escénicas y bastante transitadas por camiones. El lugar es un bonito mirador al cañón del río
Blyde donde destaca una formación rocosa enorme con forma de tres “
rondavels”, las cabañas circulares típicas de Sudáfrica. A menudo se acostumbra a comparar este escenario natural con el Gran Cañón del Colorado, pero aunque tienen obviamente cierta similitud geológica, esta comparación no le favorece puesto que el Gran Cañón del Colorado es un lugar muchísimo más espectacular e infinitamente mejor adaptado para la gente que lo quiere visitar.
 |
Three Rondavels View Point |
 |
Three Rondavels View Point |
Salimos del mirador y, antes de hacer ninguna visita más, buscamos algún lugar para comer. Fuimos hasta el restaurante
The Chubby Pig, del cual habíamos leído buenas recomendaciones y que además quedaba muy cerca del
Bourke’s Luck Potholes, nuestra siguiente parada en la
Ruta Panorama. El lugar era una mezcla de alojamiento, tienda de recuerdos y restaurante justo al lado de un pequeño río y un poco apartado de la carretera principal. Cuando llegamos no había ningún otro coche ni ningún otro cliente, así que dudamos un poco, pero rápidamente vimos que había una bonita terraza con vistas al río donde sentarnos a comer. La comida que pedimos no nos acabó de gustar, pero creo que nos equivocamos, porque las hamburguesas que vimos que pedían otros clientes que llegaron más tarde tenían muy buena pinta. En todo caso comimos los cinco por 624 rands (38 euros) y el sitio nos pareció muy agradable y recomendable.
 |
The Chubby Pig |
 |
The Chubby Pig |
Al terminar de comer nos acercamos a
Bourke’s Luck Potholes, otro de los lugares que habíamos leído como imprescindibles de la zona y que estaba a poco más de 2 quilómetros del restaurante. La entrada nos costó 195 rands (12 euros) y daba acceso a una pequeña ruta circular donde se podían observar las extrañas formas geológicas que ha ido formando el río
Blyde en su confluencia con el río
Treur a lo largo de los años y que en algunos casos se asemeja a pequeñas pozas. El camino era fácil, accesible e incluía un par de puentes desde los que se podía observar esta curiosidad de la naturaleza.
 |
Bourke’s Luck Potholes |
 |
Bourke’s Luck Potholes |
Al salir de
Bourke’s Luck Potholes ya estábamos bastante cansados y todavía teníamos que llegar hasta
Graskop donde dormíamos esa noche, así que decidimos hacer solamente una última parada antes de ir a nuestro alojamiento y dejar para el día siguiente, si hacía falta, lo que quedara pendiente de la
Ruta Panorama. De las muchas cataratas que hay por la zona paramos cinco minutos en las
Lisbon falls, que nos caían un poco más a mano. Con 92 metros de altura, estas cataratas cercanas a la ciudad de
Graskop son unas de las más bonitas (según dicen) y las más altas de la región de Mpumalanga. Seguidamente nos dirigimos directamente hasta
Zur Alten Mine Guest Farm B&B, donde habíamos reservado una casita para pasar esa noche.
 |
Lisbon falls |
Zur Alten Mine Guest Farm B&B es un bonito alojamiento rural a las afueras de
Graskop, a poco más de 5 quilómetros del centro, en el que hay diversas cabañas repartidas por el campo en un entorno muy tranquilo y agradable. Nosotros teníamos reservada la cabaña
Family cottage, con capacidad para los cinco y con cocina, comedor y un pequeño jardín por si queríamos hacer nuestra propia braai (barbacoa), y la noche nos costó 1.300 rands (79 euros).
 |
Zur Alten Mine Guest Farm B&B |
Después de instalarnos, pasear por la granja y descansar un rato en nuestra cabaña nos fuimos a
Graskop a cenar al
The Glass House Restaurant, que desde nuestro alojamiento nos habían recomendado y reservado. Es un pequeño y muy tranquilo restaurante en el que realmente comimos y bebimos de maravilla, con una carta completa de comida y una buena selección de vinos, cenamos por 1.000 rands (60 euros) los cinco.
Johannesburgo, Soweto y el Apartheid Museum
El alojamiento donde habíamos dormido en
Graskop, el
Zur Alten Mine Guest Farm B&B ofrecía desayuno (precio aparte) y, por lo que pudimos ver, tenía bastante buena pinta. No obstante nosotros preferimos ir a desayunar directamente a la ciudad, ya con todo el coche cargado y preparados para marcharnos, porque habíamos leído muy buenas recomendaciones sobre el
Harrie’s Pancakes, un local de
Graskop donde desayunar o comer y que ya la noche antes habíamos podido ver. No nos defraudó para nada y desayunamos a base de huevos, pancakes, zumos naturales, etc. por 340 rands (20 euros) los cinco.
 |
Harrie’s Pancakes |
 |
Harrie’s Pancakes |
 |
Harrie’s Pancakes |
Nuestra primera intención antes de marcharnos hacia
Johannesburgo, donde íbamos a pasar nuestra última noche del viaje, era haber podido visitar alguna zona más de los alrededores y de la
Ruta Panorama, principalmente queríamos ir a
God’s Window, un mirador a 9 quilómetros de Graskop desde donde se podían tener unas vistas espectaculares. Pero el propietario del alojamiento donde habíamos dormido nos recomendó que no fuéramos, ya que debido a las condiciones meteorológicas del lugar y también a varios incendios que había por la zona, la neblina no nos permitiría ver nada. Como teníamos ganas de llegar temprano, y de día, a Johannesburgo, decidimos hacerle caso y después de desayunar marcharnos tranquilamente y sin prisas, ya que para llegar nos esperaban unas 5 horas de carretera. El propietario también nos recomendó la mejor ruta para ir a
Johannesburgo, ya que muchas de las carreteras de esa región están en bastante mal estado y pueden llegar a ser peligrosas. Seguimos sus recomendaciones y cogimos la R532 hasta Sabie, luego la escénica R37 hasta Lydenburg y la R540 hasta Dullstroom. Casi al final del pueblo, que parecía bastante turístico, había un pequeño centro comercial y paramos a comer en el
The Madhatter Café, un pequeño restaurante donde comimos muy bien por 570 rands (34 euros).
 |
The Madhatter Café |
 |
The Madhatter Café |
 |
The Madhatter Café |
Cuando planificamos nuestro viaje a Sudáfrica habíamos tenido la duda de si pasar algún día en
Johannesburgo o llegar directamente al aeropuerto desde Graskop para volver a Barcelona, ya que la ciudad tiene fama de ser muy insegura y peligrosa, además de no tener un atractivo especial como si puede tener por ejemplo Cape Town. No obstante, pensábamos que no nos podíamos ir de Sudáfrica sin tener una visión de ésta otra realidad, y que poder ir a visitar zonas como
Soweto o poder ir a ver el
Apartheid Museum sería un gran aprendizaje tanto para nosotros como para nuestros hijos.
Llegamos a
Melville, el barrio de
Johannesburgo donde teníamos el alojamiento para esa última noche en Sudáfrica, cuando todavía no había anochecido. Habíamos reservado una habitación en
84 on fourth guest house, un bonito
bed & breakfast que nos costó 1.824 rands (110 euros), con desayuno incluido y con aparcamiento para nuestro coche.
 |
84 on fourth guest house |
 |
84 on fourth guest house |
 |
84 on fourth guest house |
Después de instalarnos y descansar un rato en la habitación, salimos a cenar a un restaurante que estaba muy cerca de nuestro alojamiento y que nos habían recomendado desde la misma casa. El
Bambanani resultó ser el paraíso para los niños, un restaurante preparadísimo para ir en familia, lleno de juegos por todas partes y para todas las edades, desde consolas con videojuegos, cajas llenas de piezas de Lego, y hasta un enorme castillo hinchable. Lo de menos fue la comida que nos sirvieron: hot dogs, pasta, pizzas, hamburguesas, etc. aunque hay que decir que tampoco no estaba nada mal y a un muy buen precio, ya que cenamos por 760 rands (46 euros) y los niños disfrutaron de lo lindo.
 |
Bambanani |
 |
Bambanani |
 |
Bambanani |
Volvimos a nuestra habitación después de cenar y reordenamos todo nuestro equipaje en modo facturación, para dejarlo casi preparado para el día siguiente marcharnos. Nuestro vuelo a Barcelona, con escala en Londres, salía a las 9 de la noche, así que tendríamos todo el día para intentar ver como mínimo el barrio de
Soweto y el
Museo del Apartheid.
Después del estupendo desayuno que nos dieron en
84 on fourth guest house, le pedimos al chico que gestionaba el alojamiento que nos aconsejara el mejor camino en coche tanto para ir a Soweto, como para después ir al
Museo del Apartheid y al aeropuerto. Johannesburgo no es la ciudad más segura del mundo y, además, coincidimos con unos días de intensas protestas con algún que otro corte de carreteras, así que el mismo chico nos aconsejó la mejor ruta que podíamos hacer, y que no era la más rápida. Como al final nuestro camino hacia el aeropuerto tenía que pasar por el lado del mismo alojamiento otra vez, decidimos dejar todo el equipaje guardado ahí mismo en la casa y recogerlo después de todas las visitas del día y antes de marcharnos.
 |
Desayuno en 84 on fourth guest house |
 |
Desayuno en 84 on fourth guest house |
Nos apetecía mucho poder visitar algún
township en nuestro viaje a Sudáfrica para poder entender mejor la historia y a la gente del país, así que cual mejor que el más icónico y conocido de Sudáfrica.
Soweto, contracción de las palabras inglesas
South Western Township, es una gran ciudad en sí misma donde viven más de 3 millones de personas y de alguna manera es uno de los símbolos de la lucha contra el
Apartheid. Cuando preparábamos el viaje estuvimos buscando cual sería la mejor forma de conocer este township y, descartando la opción de ir totalmente por libre, encontramos una opción que encajaba bastante bien con nuestra idea. Desde uno de los
hostels más conocidos y recomendados de
Soweto, el
Lebo’s Soweto Backpackers, organizan tanto para sus clientes como para la gente que viene de fuera experiencias (
tours) por el barrio de
Orlando, ya sea a pie, en bicicleta o en tuk tuk. Así, unas semanas antes del viaje habíamos reservado para éste último día el
Soweto Walking Tour 3 Hours, que por un precio de 395 rands (24 euros) cada adulto y la mitad los niños, incluía una visita por
Soweto a pie pasando por algunos de los sitios históricos más importantes y terminando con comida incluida en el jardín exterior del hostel.
 |
Lebo’s Soweto Backpackers |
 |
Lebo’s Soweto Backpackers |
Tanto en nuestro alojamiento como en el mismo
Lebo’s Soweto Backpackers nos habían dicho que no había ningún problema en llegar directamente con nuestro coche y aparcar justo delante en un gran descampado que había, y así lo hicimos. Llegamos pasadas las 9:30 de la mañana, pagamos la mitad que nos quedaba pendiente después de haber adelantado la otra mitad cuando reservamos, y nos esperamos a las 10 cuando empezaba el tour. Primero nos reunieron a todos los clientes que íbamos a hacer los diferentes tours y nos hicieron una introducción explicándonos la historia de
Soweto, los principales hechos que han marcado la ciudad y recalcaron las ganas que tienen que vaya gente a conocerlos y a visitar el barrio para borrar la imagen negativa que a veces se tiene de este lugar. Luego nos separaron por grupos y resultó que nosotros cinco éramos los únicos que hacíamos el
Walking Tour de 3 horas, así que nos tocó un guía para nosotros solos.
Fue una visita muy interesante y, al ir solos, nos permitió movernos fácilmente a nuestro ritmo. Además, como íbamos con niños, nos llevó a visitar una escuela donde los niños pequeños se lo pasaron en grande hablando con nosotros y cantándonos canciones. Pasamos por algunos de los lugares históricos más importantes de
Soweto y, el que sin duda nos impresionó más a nosotros y sobre todo a los niños, fue el
Hector Pieterson Memorial donde sucedió uno de los hechos más dramáticos y simbólicos del
Apartheid.
 |
Soweto walking tour |
 |
Soweto walking tour (Hector Pieterson Memorial) |
 |
Soweto walking tour |
El tour estuvo muy interesante y no fue para nada intrusivo. Después de tres horas caminando acabamos la excursión en el mismo jardín exterior del
Lebo’s Soweto Backpackers, donde tras unas pequeñas explicaciones de las tradiciones zulúes, nos ofrecieron comida (incluido en el precio del tour) que estaban preparando ahí mismo y que degustamos en la agradable parte exterior del hostel.
 |
Lebo’s Soweto Backpackers |
 |
Lebo’s Soweto Backpackers |
Todavía nos quedaba tiempo hasta las 9 de la noche que salía nuestro vuelo a Londres, así que después de haber comido nos fuimos en nuestro coche directamente al
Apartheid Museum, al sur de Johannesburgo y a poco menos de 20 minutos de Soweto. El museo tiene un precio de 100 rands (6 euros) los adultos y 85 rands (5 euros) los niños y nos pareció una magnífica despedida de nuestro viaje por Sudáfrica, aparte de completar la jornada y las explicaciones que habíamos oído en nuestro tour por Soweto.
 |
Apartheid Museum |
Tras un par de horas nos marchamos del museo dirección a
84 on fourth guest house, donde teníamos que recoger nuestro equipaje. Llegamos, lo cargamos todo en el coche por última vez y nos marchamos al aeropuerto con tiempo suficiente para llenar el depósito de gasolina, como establece el contrato, y devolver nuestro Toyota RAV4 en perfectas condiciones. El viaje ya había terminado, todo había salido perfectamente como lo teníamos planeado y ahora quedaba el regreso que siempre se hace más pesado por eso que se han terminado las vacaciones. Por suerte, teníamos tantos buenos recuerdos recientes que la vuelta nos pasó volando.